El mercado de los motores de segunda mano ha cambiado una barbaridad en la última década. A principios del siglo XXI todavía vivíamos los últimos coletazos de la época pre-digital, y muchos compradores aún seguían ateniéndose a las viejas normas que han venido funcionando durante muchos años a la hora de comprar y vender. Sin embargo hoy en día el panorama es bien distinto. Tanto para compradores como vendedores, y eso puede tener efectos positivos y negativos. El progreso tecnológico de por sí no es malo, pero sí que lo es el no saber adaptarse a los nuevos cambios que trae, y seguir pensando que todo funciona como siempre, cuando no es así.
En el caso del sector de la automoción una de las principales consecuencias de este cambio de paradigma ha sido la concentración de muchas pequeñas empresas en torno a páginas web que aglutinan a centenares de ellas y que ponen en común sus piezas en stock, para atraer de ese modo a la mayor cantidad de clientes que sea posible. De otro modo esos clientes seguramente pasarían de largo y optarían enseguida por la empresa que más le sonara por haber visto algún anuncio, o por la recomendación de algún amigo. Aquí sin embargo es la unión de muchas pequeñas fuerzas la que consigue equilibrar la balanza en este mercado tan particular.
Además dentro del sector de la automoción hay dos tipos de empresas que a pesar de la crisis están resistiendo bastante bien: los talleres mecánicos y las empresas de desguace. Aunque sus cifras de venta y facturación evidentemente se han reducido con respecto a las de hace unos años (al igual que la mayoría de empresas en este país), por los servicios que prestan han podido mantenerse mejor que otras. Ello es así porque muchos conductores que antes preferían comprarlo todo nuevo, ya fueran coches completos o componentes sueltos, ahora optan por la reparación en el taller y la sustitución de las piezas estropeadas por otras de segunda mano, muchas de las cuales proceden de empresas de desguace.
En estas empresas son cada vez más los clientes que confían, ya que el tiempo ha demostrado que suministran componentes de calidad y certificados, cosa que no pueden garantizar todos los vendedores particulares. Todas y cada una de las piezas que han puesto a la venta las empresas de desguace sabemos que antes han sido inspeccionadas por los operarios de la empresa, lo cual siempre es un plus de seguridad y tranquilidad para nosotros como compradores.
No es de extrañar por tanto que las empresas de desguace, pese a la caída generalizada del sector del motor en España, estén aguantando algo mejor el chaparrón económico que esperemos que pase pronto.